En el año 2004 comencé a padecer de ruidos en los oídos, técnicamente llamados acúfenos/tinnitus.
Si estas leyendo estas lineas y has llegado hasta aquí, es porque probablemente tienes el mismo problema y a estas alturas ya sabes de qué va el tema... o tal vez no. Sea como sea, te recomiendo que le dediques unos minutos a leer esta historia, será tiempo bien invertido.
Empezó un día sin más, en un instante, algo súbito, brusco, la sensación de oír grillos...
Creía que mi cabeza explotaría. Busqué y busqué, pero nunca encontré los grillos…
Al principio fue desesperante. La situación me generaba ansiedad y angustia a la vez que una gran frustración. Probé todo lo que te puedas imaginar para mejorar la situación, pero nada funcionaba.
Sin embargo, "gracias al acúfeno", termine descubriendo una parte de mí que no conocía y logré transformar aquel ruido en algo que con el tiempo me ha hecho más fuerte.
Por aquella época atravesaba un mal momento, caminaba sin rumbo, totalmente desorientado, estresado física y mentalmente, emocionalmente hundido.
Se habían sucedido grandes cambios en mi vida, tanto a nivel personal como laboral. Una “mudanza”, país incluido y un divorcio reciente. Esto a mis grillos no les importaba, la "orquesta seguía tocando" y yo me encontraba cada día peor.
No eran solo mis problemas personales los que me creaban angustia, ansiedad y frustración, sino que la intensidad del acúfeno se disparaba cada vez más, al igual que la repercusión psicológica que ello me generaba.
Mi mundo conocido, el que yo controlaba, donde me sentía seguro, había desaparecido...
Tocaba iniciar una nueva etapa, en otro país, alejado de mi familia, mis seres queridos y los amigos de toda una vida, aunque con buenas perspectivas y grandes oportunidades por delante, pero también con mucha incertidumbre.
Fueron momentos muy duros, de miedos, intranquilidad e inseguridad.
Vuelvo a los grillos...
Se me realizaron todas las pruebas de rutina y protocolos para acúfenos y nada. Mi oído estaba perfecto y además en mi cabeza no había ninguna “desgracia" (tumor) que comprometiera mi salud.
El diagnóstico final fue acúfeno subjetivo (solo yo lo oía) e idiopático (causa médica desconocida).
Era lo esperado, esto es lo que sucede en el 99% de los casos.
Soy otorrino y lo sabía, no había nada por hacer o eso al menos era lo que me habían enseñado, lo que yo creía y lo que yo mismo había estado informando hasta el momento a cuanto paciente me había consultado por estos síntomas.
AGUA Y AJO, a aguantarse y a joderse... Gracia ninguna... Risas las justas.
Al principio el ruido fue la novedad, me costó mucho asumirlo y adaptarme. Un otorrino con acúfenos, vaya desgracia. Con el tiempo me fui habituando.
“Hazte amigo del ruido y sé feliz, o lo que puedas…”, esta era la respuesta que me daban los colegas que consultaba, la misma que yo daba a mis pacientes cuando acudían a mí por este problema.
En el mejor de los casos les indicaba alguna medicación que, si tenían suerte, podía tener efecto placebo y les "acomodaba" algo la situación.
El paciente se iba totalmente decepcionado, frustrado y sin soluciones.
Igual de decepcionado, frustrado y sin soluciones me encontraba yo cuando mi acúfeno aumentaba su intensidad, lo cual me desencadenaba una ansiedad importante y difícil de controlar...
En el tiempo que siguió me dediqué a acudir a cuanto congreso, curso, charla o lo que fuera encontraba sobre el tema y siempre la misma historia… ”Se está investigando sobre distintos tratamientos, diferentes fármacos que podrían ayudar, experimentación en animales, distintas terapias con sonidos, láser, radiofrecuencia y bla, bla, bla… ”, pero de cara a lo práctico, de cara al paciente que tengo sentado frente a mí en la consulta y necesita soluciones urgentes, de cara a mí mismo como paciente, NADA QUE SE PUEDA APLICAR EN LO INMEDIATO PARA CAMBIAR LAS COSAS, nada que calme la angustia, la ansiedad, la tristeza y la frustración que esta situación provoca.
O elegía muy mal los cursos que hacía y los médicos a los cuales recurría o no buscaba la información en el sitio adecuado; o tal vez las dos cosas, teniendo en cuenta que como te contaré más adelante parte de la solución que hoy conozco y aplico "lleva en el mercado" más de 30 años y yo no la conocía.
Para mayor vergüenza no son archivos clasificados del FBI, la KGB o la NASA, que va... es información al alcance de cualquier mortal que quisiera encontrarla a un "golpe de click" y ordenador de por medio.
Cada vez que tenía que tratar a un paciente con acúfenos, hiperacusia o misofonía era una tortura, siempre condicionado por la falacia del "no tiene solución, no se puede hacer nada" y lo peor de todo, las explicaciones eran solo un quedar bien para salir del paso.
Luego, en la intimidad, me sentía totalmente hundido y frustrado por no poder - saber ayudar a estas personas, empezando por mi mismo.
Paso el tiempo y un día, por cosas del destino esta situación cambió…
Cuando estuve preparado para asimilar y entender ciertos conocimientos las respuestas aparecieron.
Que curiosa es la vida, tanto tiempo buscando sin encontrar soluciones y de repente el día menos pensado todo se aclara...