Imagina la siguiente situación. Un viajero llega a un motel de carretera a altas horas de la noche y pide un cuarto.
El propietario comenta al cliente que le queda solo una habitación, actualmente está siendo rehabilitada y no tiene luz conectada.
También le informa que es probable que oiga un "silbido" en la habitación debido al sistema de calefacción que está averiado.
El viajero acepta, le da igual, lo único que desea es tener una noche tranquila y descansar.
Y así fue como a la mañana siguiente totalmente recuperado reinicia su viaje. De hecho ni siquiera se inquietó por el "silbido" de la calefacción rota.
Ahora imagina un segundo escenario.
Todo es exactamente igual hasta el momento en que mientras el propietario acompaña al viajero a la habitación, le comenta que a un circo que había visitado la ciudad tres días antes se le "perdieron" un par de serpientes.
Acababan de encontrar una de ellas en las cercanías del motel, pero las otras seguían desaparecidas.
¿Cómo será su experiencia durante la noche en esa habitación? ¿Cómo reaccionará cuando escuche un "silbido" proveniente de algún rincón del cuarto oscuro?
Efectivamente dormir le es imposible, tiene miedo, se pone ansioso, su corazón se acelera y sus pulsaciones se disparan, suda y se pasa la noche despierto buscando el origen del ruido, siempre temeroso de que pueda ser una de las serpientes perdidas.
Incluso aunque descubre el sistema de calefacción defectuoso, sigue existiendo la posibilidad de que los sonidos pueden deberse también a las serpientes.
ASÍ PUES...
De manera similar, el sonido del tinnitus puede producir en ti una reacción completamente diferente según el contexto.
Si lo asocias con una amenaza (serpiente) se disparará una respuesta física de estrés agudo que se convertirá en un bucle de activación y movilización simpática.
Si lo ves como algo neutro e indiferente (calefacción rota) tu cerebro bloquea la señal y tu cuerpo reacciona con un efecto de estímulo parasimpático (relajación y calma).
Con esta historia vemos cómo un mismo sonido puede producir una reacción física diametralmente opuesta, dependiendo del contexto y la interpretación que nuestro cerebro haga de la situación y de lo que está sucediendo.